Por lo general, los movimientos no surgen de una estructura ideológica definida, como ocurren en los partidos políticos, sino de un "gesto". Empiezan por la protesta, la desobediencia y la rebeldía. Su causa general es la lucha contra las instituciones y la "lógica del sistema". De ese modo el potencial democrático de los movimientos es considerable, pues reaccionan de manera espontanea y concreta ante las grandes cuestiones de la sociedad contemporánea, de vital importancia para el género humano.
La naturaleza espontanea y limitada de los movimientos, determina otros rasgos: están mínimamente organizados, pues mientras observan su impulso inicial, los movimientos se resisten a los intentos de manipulación. La última característica se deduce de lo anterior: Son indiferentes y a veces abiertamente hostiles a los principios doctrinarios; lo cual no quiere decir que sean hostiles a las ideologías, sino que su razón ideológica en todo caso, es subterránea y no admite una estructuración doctrinaria clásica.
Muchos comentaristas han insistido acerca del carácter efímero de los movimientos, pero, en todo caso, no es más que una apariencia: resurgen de manera casi continua, reunidos en torno a otra cuestión, pues su rasgo definidor es la movilidad. Y el hecho de que se vinculen en torno a una cuestión concreta permite la coexistencia de movimientos paralelos que fácilmente pueden aliarse, coincidir; cosa que no ocurre habitualmente con los partidos políticos entre sí.
La naturaleza espontanea y limitada de los movimientos, determina otros rasgos: están mínimamente organizados, pues mientras observan su impulso inicial, los movimientos se resisten a los intentos de manipulación. La última característica se deduce de lo anterior: Son indiferentes y a veces abiertamente hostiles a los principios doctrinarios; lo cual no quiere decir que sean hostiles a las ideologías, sino que su razón ideológica en todo caso, es subterránea y no admite una estructuración doctrinaria clásica.
Muchos comentaristas han insistido acerca del carácter efímero de los movimientos, pero, en todo caso, no es más que una apariencia: resurgen de manera casi continua, reunidos en torno a otra cuestión, pues su rasgo definidor es la movilidad. Y el hecho de que se vinculen en torno a una cuestión concreta permite la coexistencia de movimientos paralelos que fácilmente pueden aliarse, coincidir; cosa que no ocurre habitualmente con los partidos políticos entre sí.
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